Guia de Polinesia

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Las islas polinesias se benefician de un clima tropical, llegando a cerca de ¡3000 horas de sol por año en Tuamotu! La temperatura, siempre agradable, se refresca por los vientos alisios del Pacífico que soplan todo el año.


El promedio de la temperatura ambiental es de 27º C, mientras que el agua de las lagunas se está alrededor de los 26º C. Claramente más alejados del Ecuador, los archipiélagos del extremo sur, tienen temperaturas más frescas.


La temperatura:


Enero 26.9º C
Febrero 27.1 ºC
Marzo 27.4 ºC
Abril 27.1 ºC
Mayo 26.4 ºC
Junio 25.2 ºC
Julio 24.1 ºC
Agosto 24.6 ºC
Septiembre 25.6 ºC
Octubre 25.6 ºC
Noviembre 26.3 ºC
Diciembre 26.6 ºC

 

 

 

 

La historia de cualquier lugar tiene una parte de realidad, una parte de ficción y unas pinceladas de leyenda. Los documentos sobre la Polinesia Francesa, son escasos y la tradición oral ha sufrido la metamorfosis propia de este tipo de trasmisiones.


Polinesia proviene de las palabras griegas poly y nesos, que significan muchas islas.


Aunque no fue así, hace millones de años, como consecuencia del calentamiento de la corteza terrestre bajo el mar, surgieron los volcanes, y de una frenética actividad de los mismos, surgieron los atolones y las islas.


No se sabe muy bien cuando llegaron los primeros habitantes a estas tierras, aunque se calcula que en el siglo IV ya había varios asentamientos. Lo que se sabe con certeza es que los primeros polinesios venían de los archipiélagos vecinos.


Aunque las distancias eran impensables en aquellos días, se sabe que estos intrépidos emigrantes tenían conocimientos de astrología, meteorología y navegación. Sin la ayuda de modernos gps, mapas o un simple compás, eran capaces de averiguar el rumbo exacto a seguir, y gracias a ciertas pruebas, se cree que el destino al que llegaron no fue fortuito.


Los habitantes de estas tierras vivieron durante siglos ajenos al resto del mundo y no tenían muchos reparos en comer a sus rivales. Los valores cotidianos de la belleza, la sensualidad y la alegría siempre quedaban en un segundo plano.


Los españoles fueron los primeros en toparse con las islas, cuando en el año 1595 cuatro barcos al mando del español Alvaro de Mendaña llegaron al archipiélago de las Marquesas.


El navegante inglés Samuel Wallis descubrió Tahití en 1717 y sin entrar en detalles de lo que allí sucedió, los isleños pusieron la resistencia natural en este tipo de situaciones.


Los siguientes en aparecer por las islas de la Polinesia fueron los franceses. En 1768, Louis de Bouganville, quien dio la vuelta al mundo, llegó con dos barcos a Tahití, donde permaneció 10 días para que sus hombres se recuperaran del escorbuto. A su regreso relató las maravillas de lo que había visto y fue, probablemente, el comienzo de la larga e intensa relación entre Francia y estas islas.


Quien no podía faltar en esta historia es el capitán James Cook, que fue escogido para éste y otros viajes, por sus conocimientos de astrología y cartografía.


Fue realmente Cook, quien dio a conocer al mundo con sus escritos las maravillas de las islas y de sus gentes. Leyendo sus diarios de viaje, especialmente los capítulos dedicados a la belleza y sensualidad de los polinesios, no es de extrañar la curiosidad y el interés que las islas despertaron en las naciones europeas.

En 1797 el explorador James Wilson llegó a las islas con unos misioneros protestantes que se quedaron en Polinesia y llevaron a cabo la cristianización de sus gentes. El cristianismo sigue siendo la religión de los polinesios, habiendo iglesias de distintos credos.


Cada archipiélago tiene sus propias costumbres, tradiciones y pequeñas curiosidades que lo hacen único.


Aquí se entiende el mestizaje, además de imprimirles el inequívoco sello francés. Por su parte la llegada de los inmigrantes chinos cambió la manera de comerciar.


Si hay algo que destacar en la vida diaria de los polinesios es su alegría y espíritu festivo expresado en la comida, los bailes, la música y la propia belleza de sus habitantes, quienes saben como adornar sus cuerpos y sus vidas.


En ellos la hospitalidad y la generosidad son innatas, con la particularidad de que si invitan a alguien a comer a su casa, los anfitriones, no necesariamente se sientan a comer con el invitado. Lo normal es que todos participen, ya que la comida forma parte esencial de las vidas de las gentes del Pacífico.


Los polinesios se saludan con dos besos en la mejilla o con un apretón de manos. A no ser que haya mucha gente, hay que dar la mano a todos los presentes.


Los bailes, formaban parte de este pueblo siglos antes de que los exploradores europeos pusieran el pie en estas tierras. Se bailaba por diversión pero también para recibir a un invitado, para celebrar una victoria deportiva o por motivos religiosos. Cada movimiento de brazos y manos tiene un significado particular. Las palmas extendidas se refieren a las esteras que se colocan para que el invitado se siente.

 

 

 

 

Debido al aislamiento de los grandes continentes, la fauna terrestre de Tahití y sus islas es relativamente pobre.


Al contrario de la vida en tierra, la fauna submarina es excepcional mente rica, contabilizando mas de 800 especies de peces tropicales, lagunarios o pelágicos.

Algunas de estas especies están en peligro de extinción, como las tortugas, animales sagrados en la Polinesia.


El arco iris marino está formado por pequeños peces como el pez payaso, que vive en simbiosis con las anémonas, los peces mariposa con su afilado perfil o los peces ángel.


Pero no todos son pececillos y anémonas, las lagunas y el océano están plagados de animales más voluminosos y en ocasiones, peligrosos, como las anguilas, que se esconden entre los huecos de los arrecifes. La manta es sin duda la reina de la laguna, que con su misterioso deslizamiento hipnotiza a quien la observa.


Actualmente, la estrella es el tiburón. No hay que olvidarse de los tiburones que viven tanto en las lagunas como en el océano. Aunque se dice que no atacan, lo mejor es no acercarse mucho a ellos.


Los delfines y las ballenas viven tranquilamente en las aguas del Pacífico y son, sin duda, uno de los mayores atractivos.
Las piezas grandes de pesca, el bonito, el mahi, o el pez espada, son los más apreciados por su carne y forman parte de la dieta polinesia. 


Los arrecifes coralinos tienen a la vez una función alimenticia y protectora con las especies más débiles que conviven.


Tahití y sus islas son un santuario de mamíferos marinos. Poseen una Reserva de la Biosfera reconocida en 1977 por la UNESCO, situada en el archipiélago de las Tamotu, en el municipio de Fakava.


Área protegida de ballenas y delfines, en la exclusiva zona económica (ZEE) de 4 millones de Km., a la Polinesia francesa se le clasifica desde mayo de 2002 como “santuario” de mamíferos marinos. Las actividades de acercamiento a las ballenas y a otros mamíferos marinos están reglamentadas desde este año 2002 y es obligatorio solicitar las autorizaciones de acercamiento, en la dirección de medio ambiente.


FLORA


La flora supone para el visitante una auténtica explosión de colores.


La flora nativa fue relativamente pobre. Las jóvenes islas de la Polinesia ofrecían pocas posibilidades a las primeras especies de enraizarse en su suelo volcánico.


Tahití y las islas altas igualmente deben su reputación a la lujosa vegetación que fascina al visitante.


El hombre en sus migraciones, introdujo numerosas especies útiles, llamadas "tradicionales": comestibles, textiles y medicinales.


El asentamiento en los archipiélagos por los primeros maoríes trajo una primera selección de plantes comestibles como el cocotero, el mape (castaña tahitiana), uru (árbol del pan), ñame, originarios de Indo-Malasia, pero también la caña de azúcar, el plátano, el manzano-cythère...


Los primeros misioneros añadieron igualmente nuevas plantas útiles (tamarindo, limoneros, aguacate, vainilla, mangos) y las flores ornamentales que, excepto la tiara Tahití y el "pua", fueron introducidas del exterior.


Las flores forman parte de la cultura y de la vida polinesia y simbolizan la fiesta, el placer y el gozo.
Alrededor del mercado de Papeete las mamás confeccionan coronas de flores que los polinesios portan en ocasiones especiales, en un matrimonio, o simplemente en una noche entre amigos.


Los viajeros al llegar al aeropuerto son recibidos con unas guirnaldas de flores, llamadas Leis.
Son un adorno más en la vestimenta de los polinesios. Si la flor va situada detrás de la oreja izquierda significa que uno está casado o comprometido. Si se lleva en ambas orejas significa, que a pesar de estar casado, uno está disponible. Por último, cuando se lleva detrás de la oreja derecha significa, que uno está completamente disponible.


En Tahití, un día al año se homenajea a la flor emblemática de Polinesia “La Tiare”. Estas gardenias adornan durante este día el aeropuerto, los bancos y sitios emblemáticos, compitiendo para llevarse el primer premio en decoración.

 

 

 

Tahití y sus islas son como un gran iceberg en medio del Pacífico.


De sus  cinco millones de kilómetros cuadrados, sólo cuatro mil kilómetros son tierras emergidas, que comparten 118 islas, divididas en cinco archipiélagos,: Las Marquesas (al norte), las islas de la Sociedad y las Tuamotu (al centro), las Australes (al Sur), y las Gambier (al Sureste).


De este Territorio Ultramarino relacionado con Francia, el gran público, a menudo, sólo conoce Tahití, la isla más extensa (más de mil kilómetros cuadrados) y más poblada (127000 habitantes) y Bora Bora (grupo de las "Sous-le-Vent").



Ahora bien, cada archipiélago ofrece un paisaje diferente según su situación (desde 5 a 10º de latitud sur para las Marquesas hasta el Trópico de Capricornio para las Gambier), o según el hecho de que albergue altas islas de origen volcánico (Sociedad, Marquesas, Australes, es decir, 35 islas en total) o atolones coralinos (Tuamotu y Gambier: 85 atolones).


Este vasto conjunto parece aún más pequeño, ya que está perdido en el centro del Océano Pacífico, pues el continente más cercano está a unos 5700 Km. – Australia - y la madre patria, Francia, está a 17000 Km.


Tahití y sus islas se asemejan a las estrellas, alejadas de los grandes polos económicos y políticos, pero ante todo, (QUITAR) se caracterizan por su aislamiento.


Numerosas islas sólo censan un centenar o unas decenas de habitantes, y una cuarentena de ellas están deshabitadas.


El aislamiento geográfico, como una gran ventaja, por su gran exotismo y el medio ambiente natural preservado de estas islas, son los grandes alicientes turísticos que desprende este lugar. Por otra parte, el auge de las nuevas tecnologías (internet, la televisión por satélite...), contribuye, cada vez más, a unir Tahití y sus islas, con el resto del mundo.


El nivel de las infraestructuras sanitarias, pedagógicas, los transportes y la tasa de equipos (automóviles, informática, electrodomésticos...), hacen de este territorio, aislado en apariencia, uno de los más modernos del Pacífico Sur.

 

 

 

 

Para la elaboración de los objetos vinculados con las distintas actividades del clan polinesio – subsistencia, navegación, hábitat, confección, expresión artística, entretenimientos, guerra, ritos - se recurría a todas las familias, así como a los artesanos especializados.


El control de los conocimientos técnicos ancestrales, la maña y el sentido de la estética fuera de lo común, eran las condiciones necesarias para la elaboración de los objetos de prestigio, tan complejos como, cabos de plumas u ornamentos en trenza de caballo.

Cada archipiélago de la Polinesia francesa intenta obtener un beneficio por sus conocimientos técnicos y de sus materiales con el fin de reivindicar un estilo reconocible, a través de los distintos métodos de expresión de su comunidad: trenzado, escultura sobre madera (piedra, coral, nácar, hueso), costura, elaboración de ornamentos.

Las mujeres de las Australes hicieron obras maestras en el trenzado utilizando las fibras vegetales del pandano, del cocotero o de la caña "aeho".


El gusto por la observación y el amor a la naturaleza se encuentran reflejados en los suntuosos "tifai", cubrecamas con motivos vegetales o étnicos cosidos a mano.

Los marquesinos se destacan en la escultura de la madera, produciendo magníficas piezas, anzas, rompecabezas y "umete", que sirve de gran plato.

Se recurre también a las piedras volcánicas, a los corales, e incluso a los huesos para labrar mil objetos decorativos o utilitarios como el "penu", pison.

Los colores cambiantes y fascinantes del nácar perlero fino, le hacen ser un elemento de cualidad para magnificar los trajes de bailes o realizar joyas tornasoladas.

Las calientes aguas de las lagunas polinesias, albergan desde hace miles de años una maravilla, la ostra perlera de labios negros, o "Pinctada margaritifera", variedad de Cumingi, nombre del biólogo que la clasificó en 1820.


Este nácar perlero es único. Surgido de un medio lagunario puro y excepcional, engendra tintes naturales, incomparables, que transmite a las piedras de cultivo, por lo que se han transformado en verdaderas joyas.


La perla de Tahití se ha convertido en el símbolo de la elegancia y la belleza en el mundo entero. Ya sea redonda y perfecta, con forma de pera y romántica, barroca y moderna, de color verde tornasolado, "ala de mosca", azulada, dorada, rosa o simplemente gris mofletuda, ella brilla por su lustre y está llena de encanto.


Cada visitante desea llevar consigo una perla de Tahití, de prestigio, representando los momentos fugitivos e inolvidables de sus vacaciones en Tahití y sus islas. Toda mujer ha deseado secretamente poseer una perla, la perla, joya de ensueño de las mil y una noches, que encierra un toque mágico y simbólico de seducción y perfección.

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Para los visitantes que deseen sumergirse en los secretos de la fabricación de la perla de Tahití, la visita a una de las explotaciones perleras de la isla de Tahaa o de las islas bajas de Tuamotu, es una experiencia que no debe faltar.

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